En marzo de 2015 fue la última vez que la inflación de Japón estuvo por encima del 2%, cuando los precios aún se estaban adaptando al primer incremento del IVA en 17 años.
El índice de precios al consumo (IPC) de la nación insular registró un aumento de 2,1% interanual en abril, rompiendo por primera vez en siete años la barrera inflacionaria debido al encarecimiento energético y de otras materias primas.
Según el informe emitido el pasado viernes por el Ministerio del Interior, el indicador, que excluye el precio de los alimentos por sus fluctuaciones, subió en abril por octavo mes consecutivo. Dicha situación se ha tornado más intensa a causa del persistente incremento en los precios de los combustibles y otros materiales.
En este sentido, el archipiélago nipón, el cual tiene una considerable dependencia a las importaciones, ha observado un encarecimiento en el valor de la importación, tanto por la influencia del alza global de precios como por la impactante devaluación del yen que está aumentando el nivel de sus compras.
La inflación japonesa no sobrepasaba el límite del 2% del BoJ (Banco de Japón) desde marzo de 2015. En aquel entonces, los precios aún intentaban adaptarse al primer aumento del IVA que estaba tomando lugar después de 17 años, que pasó de 5% al 8% en abril del año anterior.
El aumento interanual del 2,1% de los precios en abril de este 2022 continúa al alza del 0,8% que atravesó el Índice de Precios al Consumidor en mayo.
Ahora bien, en cuanto a los precios intermensuales, estos experimentaron una subida de 0,4% en Japón durante el cierre de abril de este año.
Entre los factores que mayor influencia tuvieron en el encarecimiento del IPC está el aumento del coste de los bienes recreativos duraderos, del 4,5%, y el alza de los precios energéticos, del 19,1% interanual.
Por otro lado, también hubo sectores que tuvieron una disminución de sus precios durante el cuarto mes de este año, donde el que más destacó fue el de la comunicación, con un 10,9% interanual.
Hace 9 años, el banco central japonés comenzó a llevar a cabo un programa de flexibilización económica para situar la inflación en el 2%. Sin embargo, el objetivo no pudo ser cumplido del todo.
El BoJ ha mantenido su postura e indica que el alza en sus precios se debe a la incómoda situación geopolítica que se está viviendo actualmente. Si bien el organismo manifestó que los niveles de la inflación podrían seguir disparándose, procuran ser fieles a su política, que es diferente a la de otras entidades como la estadounidense o la europea.
El conflicto entre Rusia y Ucrania es el principal detonador del encarecimiento de las importaciones de energía, y en segundo lugar están las medidas de confinamiento por el covid-19 que sigue impactando y causando estragos en las cadenas de suministro.
En función a lo anterior, el banco considera que el incremento de precios “no responde a un ritmo de subidas salariales a nivel nacional que pueda sostener la demanda interna, y que mantenga la inflación de forma estable”.
